(Dios-Uno-y-Trino, Santo-Santo-Santo).

No es verdad.

No es lo mismo ser que parecer. No es lo mismo apariencia que realidad. Hay cosas que no son, pero que sí parecen ser: males que parecen bienes, fealdad que parece belleza, debilidad que parece fortaleza, infelicidad que parece felicidad, injusticias que parecen justicias,... muchas veces en la vida nos podemos encontrar con que las apariencias engañan. Sólo el bien tiene entidad, el mal es un no-ser. Todo esto puede inducir a engaño a quien no tiene una formación adecuada, a quien no tiene un conocimiento verdadero. Y con esta afirmación paso del plano de una realidad a otra realidad, el conocimiento, que es donde está la verdad. Hay dos tipos de conocimientos (entendiendo por conocimientos tanto lo que pensamos como lo que decimos): conocimientos que son manifiestamente verdaderos, y conocimientos que son manifiestamente erróneos. Pero no solamente hay esos dos tipos de conocimientos, también hay conocimientos que, aunque parecen verdaderos, encierran errores. ¿Donde está encerrado el error? El error se encierrra bajo una forma de razonamiento en apariencia coherente, basándose en conceptos equivocados. Equivocados porque son conceptos que pueden incluir diversos sentidos, y porque son conceptos que bien definidos tienen límites (de-finir es poner límites).

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